Este 21 de febrero
tuvimos ocasión de asistir al pase del audiovisual La guerra empieza aquí, con la presencia de su director, Joseba
Sanz, y de Ignacio Robles.
Explicaron en el debate lo
importante de conectar una campaña activa contra la fabricación y la venta de
armas con la resistencia en Yemen, cuya población está siendo masacrada con las
armas fabricadas aquí, resistencia de la que tuvimos un ejemplo en el
documental, la que lleva a cabo Faten Al Osimi y su equipo en una escuela de
niñas a las que procuran evitar las consecuencias de la guerra
No se puede disociar está
masacre con la referida industria armamentística en nuestros suelos, hay que
denunciar este negocio de la muerte y no ampararse en los puestos de trabajo, y
mucho menos en los beneficios económicos, para mantener este tráfico de armas
que está provocando la muerte a la población civil yemení, víctima de intereses
estratégicos y comerciales que, muchas veces, rozan la legalidad. Al mismo
tiempo hemos de combatir esta misma legalidad y esta política de la muerte que
busca normalizar la guerra como instrumento del poder.
Entre el público estaban
presentes varios miembros de la Comisión de Ongi Etorri Errefuxutuak contra el
tráfico de armas –la comisión la guerra empieza aquí– que intervinieron
recordando la necesidad de implicar a cada vez más sectores de la sociedad en
el rechazo a la industria del armamento. Se vinculó este movimiento contra las
armas con la iniciativa 5 de mayo que llevan a cabo tanto Ongi Etorri
Errefuxutuak como la Caravana Abriendo Fronteras que busca la solidaridad entre
los pueblos, cuya etapa de marzo la portará el movimiento feminista.
En el debate se hizo
también hincapié en que este negocio de las armas trae aparejado de forma
inequívoca la guerra, lo que conlleva como consecuencia un aumento de refugiados
y de personas que se lanzan al Mediterráneo en condiciones que por desgracia
conocemos bien, unas condiciones de riesgo que está convirtiendo este mar en un verdadero cementerio. En este
sentido, intervino Iñigo Mijangos, patrón del barco Aita Mari, que recordó que
están varados sin la autorización para llevar a cabo la misión de apoyo a las
miles de personas que intentan salvarse huyendo de la guerra y de la miseria.
El acto terminó
recordando también la necesidad de apoyar la labor de Solidarios sin Fronteras,
que sustenta la labor de Faten Al Osimi, cuya web añadimos aquí junto a la del
proyecto Aita Mari.
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